jueves, 12 de abril de 2007

ROPA VIEJA "MADE IN USA"


A todos los cuestionamientos que se han venido haciendo al desarrollo de las negociaciones del TLC se suma ahora la denuncia de los pequeños y medianos industriales congregados en Acopi, referida al empeño de los norteamericanos en vendernos artículos usados, como electrodomésticos, productos metalmecánicos y hasta ropa.


El asunto tiene varias connotaciones que van desde lo económico hasta lo cultural, pasando naturalmente por consideraciones en materia de salubridad y de dignidad humana. Obviamente lo que alegan los industriales de Acopi está en el marco de lo económico, porque no pueden ni deben aceptar que se les monte semejante competencia. Si un electrodoméstico nuevo producido en una gran factoría norteamericana ya es suficiente competencia en cuanto a calidad y precio, cómo será si lo venden en una tercera o cuarta parte del precio inicial y sin mayor deterioro, a la usanza gringa.


El razonamiento aplica por igual a electrodomésticos, máquinas y ropa. Será imposible competir con todos esos productos, usados y baratos, llegando por camionadas a inundar los mercados locales. Además está el asunto tecnológico, ya que una máquina usada supone cierto nivel de obsolescencia y necesariamente dificultades a mediano plazo para la consecución de repuestos y asistencia técnica. Más serios aún son los efectos que esta práctica comercial tendría en aspectos aparentemente deleznables en las frías conversaciones del TLC. Como someter a toda una sociedad a ir un paso atrás en materia de gustos, de moda y de estrenos. Acostumbrarnos a comprar accesorios que consumidores de otro país van dejando, es como aceptar sin remedio nuestra condición de ciudadanos de un tercer mundo, más en lo mental que en lo económico.


Hay quienes dicen que ya es común que muchos colombianos compren ropa y enseres usados en los mercados de las pulgas de Miami y otras ciudades de Estados Unidos. Pero seguramente eso no lo cuentan aquí cuando regresan, que por algo será que no lo hacen, y además no es lo mismo que un grupo minúsculo traiga unas pocas cosas, a que nos las pongan aquí a entera disposición, en cuanto almacén de baratijas exista o en cuanta feria del usado se organice.


Es fácil entender el afán de los productores norteamericanos por obtener algunas ganancias adicionales al revender sus mercancías y poder competir en ese nivel con los súper económicos productos nuevos que siguen llegando de China. Pero en Colombia tenemos que pensar en nuestro propio interés, que no debe ser otro que favorecer la producción nacional, porque sin ella no hay empresas y sin empresas no hay empleo y sin empleo, más temprano que tarde, no tendremos con qué comprarle la ropa usada ni siquiera a los Chinos.


Por: La Nación (Editorial)

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